Gonorrea o gonococia
La gonorrea es una infección que afecta a un gran número de personas en nuestro
país. Está producida por el gonococo, un microorganismo que se encuentra
preferentemente en zonas templadas y húmedas del cuerpo (el conducto urinario y
el cuello uterino sobre todo). Es una enfermedad venérea, es decir, sólo se
transmite a través del contacto sexual directo y no se contagia mediante
toallas, baños públicos, piscinas, etc. Hay que estar alerta si se observan los
siguientes síntomas: secreción purulenta amarillenta por el pene, sensación de
escozor al orinar, aumento del flujo vaginal, dolores abdominales o cansancio.
Tiene un tratamiento sencillo y efectivo a base de antibióticos, pero si no se
cura a tiempo, la infección puede extenderse a otros órganos y ocasionar
consecuencias graves, como la esterilidad.
Sífilis
Antiguamente, era considerada la enfermedad de transmisión sexual más
peligrosa, hasta que el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming
en 1928 se convirtió en un tratamiento eficaz para controlarla. Está causada
por una bacteria llamada treponema pallidum. La vía principal de transmisión es
el contacto sexual, pero también puede contagiarla la madre al feto durante el
embarazo, a través de la placenta.
Evoluciona en tres etapas. En la primera, pocas semanas después del contagio,
aparecen unas pequeñas úlceras rojizas (chancro sifilítico) en la zona donde se
ha producido el contacto (genitales, ano, boca...). Las lesiones desaparecen
poco después. Unos meses más tarde, los treponemas se extienden a través de la
sangre por todo el organismo, dando lugar a diversas lesiones generalizadas:
manchas en la piel, ganglios inflamados, fiebre, dolor de garganta, pérdida de
apetito y malestar general. Estos síntomas pueden desaparecer, incluso sin
tratamiento, pero la enfermedad sigue latente. Años después del contacto, la
enfermedad continúa la fase latente durante un largo período de tiempo. Si no
se aplica un tratamiento, pueden producirse: úlceras en la piel y órganos
internos; inflamación de las articulaciones; lesiones de corazón, hígado y
sistema nervioso central. Hemos dicho que la sífilis se elimina con antibióticos.
No obstante, si no se actúa rápidamente para curarla, existe el riesgo de que
las lesiones producidas sean ya irreversibles, cuando se aplique el
tratamiento.
Herpes genital
El virus responsable de esta infección es uno de los más difundidos entre los
seres humanos. La transmisión se produce generalmente por vía sexual, pero
también a través del contacto con las manos. Úlceras, picazón, fuertes dolores
localizados en los genitales, escozor al orinar, fiebre y malestar similar al
de la gripe, son los principales síntomas. Si no se trata debidamente, puede
propiciar el riesgo de contraer diversas enfermedades. Como todas las dolencias
de origen vírico, su tratamiento suele ser tedioso en algunos casos. Además,
existe la probabilidad de reaparición de los síntomas, especialmente en
situaciones de estrés. En caso de embarazo, es necesario mantener un control
estricto para evitar daños irreversibles en el niño.
Clamidia
Esta infección se debe a la bacteria Chlamydia trachomatis, que se transmite
por contacto con las mucosas vaginales, uretra, recto, boca y ojos, afectando a
la uretra en los hombres (uretritis) y al cuello uterino en las mujeres
(cervicitis). Sus síntomas son más evidentes en el hombre que en la mujer,
aunque no siempre resultan fáciles de descubrir. Se confunden en ocasiones con
los de la gonorrea, y son, principalmente: secreción vaginal y dolor en la
parte inferior del vientre en las mujeres; en el hombre, inicialmente aparecen
secreciones transparentes que se vuelven luego cremosas, así como muchas ganas
de orinar y dolor. Se cura siguiendo un tratamiento específico con antibióticos
Si no se atiende a tiempo, la infección puede progresar y provocar esterilidad
tanto en los hombres como en las mujeres.
Tricomonas
Las tricomonas son unos parásitos protozoos que se ceban especialmente con las
mujeres. El hombre puede contagiar la enfermedad, aunque no presente ningún
síntoma. Estos microorganismos se transmiten habitualmente mediante contacto
sexual. No se descarta el contagio por medio de ropas o toallas húmedas cuando
se trata de niñas o ancianas que carecen de los protectores y antisépticos
bacilos de Doderlein o los tienen en cantidades mínimas.
Secreción vaginal espumosa de aspecto amarillento y un olor muy fuerte, picor e
irritación, son sus principales signos. Actualmente existen tratamientos muy
eficaces, que debe ser llevados a cabo por ambos miembros de la pareja.
Cándidas
Tienen en común con las tricomonas un nombre a primera vista inofensivo. Otras
semejanzas estriban en que afectan principalmente al sexo femenino y que el
hombre suele ser portador asintomático. Pero en esta ocasión, no se trata de un
protozoo sino de un hongo, que se asienta en las mucosas húmedas y calientes.
La vía de contagio es diversa: relaciones sexuales, ropas, objetos, etc.
Algunas circunstancias, como el uso de antibióticos, el estrés, la diabetes o
una disminución en las defensas naturales del organismo, favorecen su
proliferación. Por lo general, los síntomas femeninos son: aumento de la secreción
vagina!, que se torna blanca y espesa, picor intenso, olor fuerte y, en
ocasiones, inflamación de las vías urinarias y de la vejiga. El hombre presenta
enrojecimiento en el glande y prurito. Tiene un tratamiento rápido y eficaz si
lo realizan ambos miembros de la pareja.
Condilomas
Se trata de lesiones verrugosas similares a crestas de gallo, causadas por un
virus muy contagioso, y localizadas en la vagina, cuello uterino o genitales
externos de la mujer. Otro síntoma es el prurito. En los hombres, la infección
puede ser asintomáticas o bien provocar verrugas. Se transmite por contacto
sexual y cutáneo. Su curación debe ser llevada a cabo por el ginecólogo con
láser, fármacos, electrocoagulación... Es imprescindible acudir cuanto antes al
especialista para evitar que se extienda.
Ladillas
Conocidas asimismo con el nombre científico de Phthirus pubis, son unos
insectos parasitarios amarillentos, de unos dos milímetros de largo, que viven
en las partes vellosas del cuerpo (pubis, axilas...) donde se agarran por medio
de las pinzas con que terminan sus patas. Chupan la sangre y ponen sus huevos
en las raíces del vello. Producen picaduras que provocan molestos picores.
Pueden contraerse mediante el contacto sexual directo con una persona que tenga
la infección o por compartir las mismas toallas o sábanas. Se eliminan con
facilidad aplicando sobre la zona afectada un insecticida de venta en
farmacias. No obstante, si tras aplicar este tratamiento, la infección
persiste, debe ser atendida por un especialista.
Hepatitis B
Es una inflamación del hígado. Esta enfermedad se origina por un virus -también
por alcohol y medicamentos- que se expulsa a través de la piel y la orina,
provocando una infección aguda. Habitualmente, suele curarse, pero también
puede hacerse crónica. Los síntomas -fiebre, cansancio, ictericia- aparecen
tras un largo periodo de incubación, que puede variar de 50 a 160 días. El
contagio se produce por contacto, por medio de heridas, por ingestión, e
incluso a través de la placenta de una madre infectada. Ante la sospecha de
haber tenido relaciones sexuales con una persona portadora, hay que acudir al
médico para averiguar si ha habido contagio y si es conveniente la vacunación.
SIDA

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), descrito por primera vez en
1981, es una enfermedad infecciosa que afecta al sistema inmunológico humano,
encargado de proteger el organismo de las agresiones externas. Con las defensas
debilitadas, queda a merced del ataque de numerosos virus, bacterias, hongos, etc.,
capaces de provocar graves enfermedades e incluso la muerte. Al agente causante
del SIDA se le denomina Virus de la lnmunodeficiencia Humana (VIH).
El Sida se transmite por contagio de una persona infectada a otra sana a través
de la sangre, el semen o las secreciones vaginales.
Son situaciones de riesgo: compartir jeringuillas, agujas, y material de aseo
como hojas de afeitar, cepillos de dientes, utensilios de manicura, pedicura,
etc. Asimismo en las relaciones sexuales con penetración, sobre todo si es
anal, el riesgo aumenta si existen lesiones o heridas por las que pueda
penetrar el virus. Las mujeres gestantes contagiadas tienen muchas
probabilidades de infectar a su hijo durante el embarazo, el parto o la
lactancia. Pueden optar por acogerse a uno de los tres supuestos que contempla
la ley del aborto o continuar con el embarazo, sometiéndose a un tratamiento
para reducir los riesgos de transmisión. Se considera que no existe riesgo en
las transfusiones de sangre, ya que actualmente están controladas por el
sistema sanitario.